Una peculiar obra de arte de la Naturaleza se abre paso por entre un denso paisaje de verdes intensos. Un tapete de roca se descuelga; la más límpida corriente de agua moja un increíble conjunto de lajas que el tiempo y la acción de la naturaleza han esculpido con paciencia durante miles de años. En el Kilómetro 56, de camino a Riohacha, cerca del oeste de parque Tayrona ubicamos este prodigio natural.

La quebrada Valencia, dirán muchos, es más bien una cascada. En época de lluvias baja cuan vertical como es con toda su música para estrellarse donde se forman las albercas naturales que hacen las delicias de propios y extraños. Cuando su encantador cauce merma por cuenta del verano, es posible ascender por su escarpado lecho de rocas cortadas por la naturaleza con capricho indescriptible; es una oportunidad extraordinaria, sin duda alguna, que nadie quiere dejar de lado.

Sin embargo, hay que mencionar algo: aún en verano podrás gozar de las piscinas naturales del fondo, donde gigantescas y centenarias ceibas parecen los guardianes de estos tentadores puntos de recreo; otros guardias de honor lo constituyen las esbeltas guaduas que crecen hasta donde más no pueden para luego inclinarse graciosamente y ofrecer a los sentidos preciosos y refrescantes toldos naturales.

Quizás nos hemos adelantado un poco… culpamos de esto a la emoción de querer describir un escenario de calidad tan preciosista. Veamos, otras sorpresas aguardan antes de la llegada; ir hasta la quebrada Valencia se convierte en todo un paseo: trochas abiertas en medio de la selva nos conducen hacia el ansiado destino entre colores vibrantes y el acompañamiento de una orquesta sinfónica de cientos de aves (una que otra atrevida cigarra y alguna enloquecida rana se cuelan sobre la tarima).

Si deseas guardar tus energías para el ascenso de la quebrada Valencia y no quieres ir caminando, para ti, nada mejor que los ecotaxis ¿qué te podrías imaginar de este servicio? Pues resulta ser que los ecotaxis bien pueden ser caballos o mulas. Pero vamos, una caminata ecológica nunca le hizo daño a nadie y por el contrario se ve muy bien recompensada si la merienda no se hace esperar: plátano maduro asado con queso rebosante de mantequilla se vuelve un antojito muy difícil de rechazar.

Satisfechos ya casi todos los sentidos la nota atronadora de la casca… perdón, de la quebrada Valencia nos advierte de encontrarnos muy cerca de nuestro destino. Solo unos pasos más llenos de ansiedad y… Un breve instante para quedarnos de una sola pieza y en silencio reverencial está permitido. Esperamos no hayas olvidado una buena muda de ropa, ni modo de no darnos un merecido baño en esas deliciosas aguas. Ah, y no lo olvides… mucho cuidado con el ascenso.